La teoría de Julián B. Rotter establece que la conducta que el ser humano exhibe en su vida cotidiana es adquirida a través de la experiencia social. Nuestros patrones de conducta dependen de la interacción que mantengamos con el medio, la cual se lleva a cabo en gran medida a través de la vinculación con otros semejantes. Así para lograr nuestros objetivos necesitamos de la participación de otras personas.
Además, también aprendemos mediante las consecuencias de
las conductas de otros, obteniendo aprendizaje mediante su visualización y
afectando estos conocimientos a la propia conducta con el fin de que los
resultados obtenidos por otros puedan ser replicados por nosotros mismos, o
bien evitados.
Para Rotter el ser humano tiene una serie de necesidades
básicas y generales a nivel psicológico que debe intentar suplir si pretende
mantener un estado de bienestar.
De todas estas, a nivel social podemos encontrar varias
con una importante carga emocional y que influyen en la capacidad de
gratificación e incluso de percibir el entorno de una manera determinada
- Necesidad de reconocimiento
- Necesidad de dominación o liderazgo
- Necesidad de independencia
- Necesidad de afecto
- Necesidad de protección
- Necesidad de bienestar físico
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